El nacimiento presenta un verdadero desafío. Entrar en el mundo además de un gran acontecimiento en la vida del recién nacido, es un evento no exento de tensión y trauma; a nivel metabólico se encuentra en la misma situación de lucha / huida que un adulto ante un peligro inminente. Una de las principales formas en las que nuestro sistema nervioso puede quedar atrapado, en estado de alarma, es durante lo que sucede en el nacimiento.
En su viaje hacia el mundo el bebé tiene que atravesar el estrecho túnel que forma la pelvis de su madre. Para ello los huesos del cráneo del bebé no están del todo fusionados, encontrando espacios ligeramente más abiertos (fontanelas) protegiendo el cerebro con una fina capa de membrana, así su cabeza combina protección y plegabilidad, para que pueda acomodar las intensas fuerzas a las que se ve sometido cuando atraviesa el canal natal. La fusión de estos huesos es un proceso que continúa hasta los 15 meses de edad.
Así la cabeza se ve obligada a adoptar formas determinadas en un proceso denominado moldeamiento craneal. Aunque este proceso puede ser traumático, también es muy estimulante y necesario. Estas fuerzas y presiones son un masaje fisiológico por todo el cuerpo del bebé estimulándole para comenzar funciones aún no exploradas en el vientre materno.
La mayoría de los bebés sufren impronta traumática durante este tránsito. Muchas de las tensiones se rectifican de manera natural durante los primeros diez días de vida, a medida que las capacidades innatas de autorregulación van entrando en acción (habilidad del sistema nervioso central). Así las acciones de mamar, llorar y el movimiento, pueden resolver las consecuencias menos graves de la compresión y estrés sufrido, permitiendo que las estructuras comprometidas puedan encontrar una forma más saludable de organizarse, liberando los patrones de tensión y así permitir su correcta función (principio básico de la terapia biodinámica craneosacral).
En este punto, el amor y el apoyo tanto de los padres, como de todo el equipo que asiste en el nacimiento, pueden potenciar enormemente su capacidad de autorregulación. El proceso de vinculación y mamar el pecho materno es un elemento clave para que el bebé se sienta nutrido, protegido y se le pueda permitir liberar las tensiones fisiológicas o traumáticas.
El contacto precoz despierta en el bebé las maniobras instintivas de búsqueda del pecho para alimentarse, siendo capaz de reptar poco a poco hacia el pecho de su madre. Así, “el 90% de los recién nacidos se agarra al pecho de manera espontánea después de 70 minutos de piel con piel con su madre”, mostrando apoyo, estando presentes, respetuosos y disponibles para que esto suceda. El recién nacido sabe qué hacer de manera innata. Este proceso de auto vinculación le permite tempranamente confiar en sus instintos naturales y estará en contacto con su innata habilidad para responder a los desafíos y también para recuperarse.
Cuando un nacimiento es demasiado largo (el bebé ha estado expuesto a presión mantenida sin movimiento ni avance, puede generar asimetrías óseas, plagiocefalia), demasiado corto (el moldeamiento craneal o alguna otra parte del cuerpo no ha tenido el suficiente tiempo de integrar la experiencia), medicalizados (prostaglandinas para dilatar el cuello uterino, rotura manual de la bolsa de aguas, epidural o bloqueo espinal para el dolor, oxitocina sintética para las contracciones; estimulan el útero en exceso, lo cual quiere decir que las contracciones pueden venir con demasiada frecuencia o ser anormalmente largas o fuertes y esto, a su vez, causa estrés en el bebé), han habido intervenciones con fórceps, ventosa o cesárea (por su acción mecánica incluso si son para salvar la vida, ) todo esto, afecta en gran medida a la estructura del cuerpo y sistema nervioso del bebé.
Ante estas intervenciones o algunas otras no estrictamente necesarias (peso, talla, lavado y vestido, corte temprano del cordón umbilical, acelerar el amamantamiento), es muy posible que el recién nacido presente una actitud de rechazo para agarrarse al pecho o que cuando lo intente, aparte hacia atrás su cabeza y comience un llanto inconsolable, no le está siendo fácil autorregularse ya que estará sometido a una carga de estresantes adicional a la de su nacimiento.
Nos encontramos entonces con una primera conexión traumática para las 2 partes, mamá y bebé. Posiblemente se le indique a la madre que necesita darle biberón, o que el “problema” es que no le sube la leche, o incluso que su leche “no sirve” (utilizo estas expresiones de vivencias reales).
En la actualidad a menudo les quitamos ese poder a los bebés y a las madres, no esperamos a que ellos activen su propio nacimiento y parto. Olvidamos el sistema de alerta del bebé, les quitamos un derecho esencial. En este período sensitivo, no se necesitan prisas, si no colaboración, respeto, verdadero entendimiento del proceso que se está viviendo, pausas y mucho amor.
El bebé así, confunde el proceso fisiológico natural de nacimiento y conexión con su madre por todas estas interferencias, marcando así la conducta que manifestará en estos primeros días o meses de vida. Son muchos los padres que se encuentran con bebés inconsolables, que no pueden dormir, que se activan a la menor ocasión, que tienen el reflejo de moro muy activado (signo de alerta de brazos en cruz) o que no pueden vincularse al pecho, afecciones inflamatorias recurrentes, sistema inmune deprimido, cólicos, estreñimiento o regurgitaciones, entre otras.
El tratamiento temprano desde la práctica Biodinámica craneosacral, comienza con la recogida de información sobre la concepción, el embarazo y nacimiento, teniendo la perspectiva de la madre y del padre. Desde aquí vamos construyendo juntos la sesión y es el sistema del bebé o niño/a quién va pautando el tratamiento a realizar, puede ser sobre una estructura en particular (craneal, torácica, pélvica, facial), puede ser de alguna dinámica de vinculación con uno de los cuidadores o puede ser la exploración a través del movimiento con ayuda y soporte de su dinámica de nacimiento.
El bebé necesita que como terapeuta, esté centrado en mi presente y que pueda escuchar aquello que no puede nombrar con palabras, pero que su sistema corporal si que nos puede explicar. Necesita un ritmo lento, manteniendo la seguridad del entorno para él y así sentirse con un vínculo seguro. Los bebés están tan conscientes como los adultos, pero su posibilidad de comunicación es diferente.
El contacto craneosacral es muy sutil y delicado y no se realizan presiones de ningún tipo. Hay que desarrollar y sostener mucho respeto por ese ser que está siendo tocado. Ese respeto va a hacer que el bebé se sienta visto, reconocido allá donde se encuentre, sin intentar cambiar nada desde lo externo.
Durante la sesión estoy conectado totalmente con el bebé a través del sacro, de los pies o desde la espalda, con un contacto ocular suave y susurrando sonidos muy suaves. El proceso de tratamiento en Biodinámica Craneosacral le llamamos plan de tratamiento inherente. Esto es debido a que es la potencia biodinámica que sostiene todo proceso fisiológico la que va desplegando su intención de reestablecer el equilibrio. Como terapeutas apoyamos este proceso, validando, alentando y sosteniendo el proceso de liberación de estrés, con técnicas sutiles y delicadas.
“Son las lesiones más oscuras, las denominadas mínimas y sin aparente significado clínico, las que a menudo no se detectan y muchas veces son responsables de los problemas del desarrollo y crecimiento durante la infancia y alodescencia”
En Santiago de Chile, el Instituto de Biodinámica Craneosacral ofrecen formaciones profesionales completas y facilitan sesiones de terapia a adultos y para bebés y niños con sus familias. Las sesiones son facilitadas por Manam y Jordi Puertas, terapeutas y profesores del Instituto.
La Biodinámica Craneosacral es una aproximación terapéutica que se apoya en uno se los aspectos mas esenciales de la naturaleza humana y es que el organismo psico-físico-emocional tiene desde su concepción, la capacidad de regularse y reequilibrarse por si mismo. Esta aproximación simplemente apoya y favorece esta capacidad natural. El modelo biodinámico se nutre tanto de la sabiduría más ancestral como de los más novedosos descubrimientos de la neurociencia o de la psicología perinatal.
Es por esto que una gran parte del aprendizaje de esta terapia es el desarrollo de la habilidad de estar presente, centrado y saber establecer un marco terapéutico apropiado, así como del desarrollo de la percepción. Otra gran parte de nuestro programa de formación se nutre de la teoría sobre anatomía, fisiología, embriología y novedosas aportaciones científicas.